¿Por qué no hay embajadas en Jerusalén? ¿Cuáles son las consecuencias de trasladar una sede diplomática allí?

La mítica ciudad de Israel es reivindicada tanto por árabes como por judíos. Además, alberga los símbolos sagrados del cristianismo, el judaísmo y el islam. Cualquier decisión política que se tome respecto a Jerusalén, como por ejemplo establecer allí una sede diplomática, reaviva inevitablemente la polémica latente en torno a esta mítica ciudad, reivindicada tanto por judíos como por árabes.

En el marco de su gira por Israel para apoyar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el presidente argentino Javier Milei anunció recientemente ante el Parlamento israelí, la Knesset, que estaba "orgulloso" de precisar que "hará efectiva la mudanza de la embajada argentina" a lo que llamó Jerusalén Oeste en 2026, desde su sede actual, cerca de Tel Aviv.

Argentina se sumará próximamente a un pequeño grupo que rompe con el consenso internacional de reconocer a Israel como su capital en Jerusalén: tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de tomar esa decisión en 2017, durante su primer mandato trasladaron sus embajadas a Jerusalén, Paraguay, Guatemala, Honduras, Kosovo y Papúa Nueva Guinea.

El presidente argentino, Javier Milei, decidió anunciar el traslado a 2026 en un momento de creciente tensión, una vez más, entre Israel, Irán y Estados Unidos. Y en un momento en que la coalición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se tambalea.

¿Por qué no hay embajadas en Jerusalén?

El estatus de Jerusalén es uno de los temas más delicados en el conflicto entre israelíes y palestinos. Israel, que conquistó Jerusalén Oriental durante la Guerra de los Seis Días en 1967, la anexionó, un acto que nunca fue reconocido por la comunidad internacional.

La mayoría de las embajadas extranjeras están ubicadas en Tel Aviv para no interferir en el resultado de las negociaciones entre israelíes y palestinos sobre el estatus final de la ciudad. El plan de partición de la ONU para lo que una vez fue Palestina, votado en 1947, estableció un estatus internacional especial para Jerusalén, ya que era considerada una ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes.

En 1980, una ley fundamental de Israel estableció el estatus de Jerusalén como "capital de Israel y garantiza su integridad y unidad".

El 20 de agosto de 1980, con la única abstención de Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó "en los términos más enérgicos" la Ley de Jerusalén que establecía esa ciudad como capital de Israel, calificándola de "violación del derecho internacional". Consideró que esta ley y todas las demás medidas y actos legislativos y administrativos adoptados por Israel "son nulos y sin valor y deben ser derogados inmediatamente".

La disputa sobre el estatus de Jerusalén y la presencia de embajadas extranjeras allí se reavivó en diciembre de 2017 cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, rompió con décadas de consenso internacional al reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, lo que provocó una ira generalizada entre los palestinos e indignación en la comunidad internacional.

¿Cuáles son las consecuencias de trasladar una sede diplomática allí?

La Ciudad Santa es venerada por las tres principales religiones monoteístas, ya que alberga entre sus muros los principales lugares sagrados del cristianismo, el judaísmo y el islam. Sin embargo, también está constantemente al borde de la erupción debido a su carácter de foco de disputa política: Israel la considera su capital "eterna e indivisible", mientras que los palestinos reclaman la parte oriental de la ciudad como la capital de su futuro Estado.

Como se mencionó anteriormente, después de la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel ocupó Jerusalén Oriental, que entonces estaba controlada por Jordania, y desde entonces toda la ciudad ha estado bajo autoridad israelí, algo que ha provocado repulsión por parte de los palestinos y del mundo árabe. Por este motivo, los enfrentamientos estallan constantemente, especialmente en fechas religiosas clave.

La decisión de establecer una embajada ante el gobierno israelí en Jerusalén supone romper con la neutralidad y, en cierto sentido, reconocerla como la capital de Israel. Varios países tuvieron sus sedes diplomáticas en Jerusalén hasta hace poco más de cuatro décadas: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Países Bajos, Panamá, Uruguay y Venezuela. Pero la situación se volvió controvertida cuando Israel ocupó el este de la ciudad y el entonces primer ministro Menachem Begin designó a toda Jerusalén como capital del país.

Todos los países trasladaron sus embajadas a Tel Aviv, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reaccionó con firmeza, aprobando una resolución que condenaba la anexión de Jerusalén Oriental por parte de Israel. También declaró que la medida violaba el derecho internacional. Sobre esta base jurídica, los dirigentes palestinos argumentan que el eventual traslado de una embajada a Jerusalén constituye una violación del derecho internacional y un gran revés para las esperanzas de paz.

Historia, religión y política de Jerusalén

Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo y ha sido conquistada por varios imperios, destruida y reconstruida en numerosas ocasiones. Su suelo contiene capas de los diversos conquistadores.

Su núcleo central es la Ciudad Vieja, una especie de laberinto con callejones y arquitectura histórica donde se ubican cuatro barrios: cristiano, musulmán, judío y armenio. Una enorme muralla de piedra la transforma en una fortaleza. Pero, sobre todo, alberga los lugares sagrados de las tres principales religiones monoteístas. Dentro del barrio cristiano, que también incluye a los armenios, se encuentra la Iglesia del Santo Sepulcro, el centro de peregrinación más importante de la comunidad. Según la tradición, alberga el lugar donde Jesús fue crucificado y la tumba donde resucitó.

El Barrio Musulmán es el más grande de los cuatro y alberga el santuario de la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa, desde donde Mahoma ascendió al cielo, según la tradición. Es el tercer lugar más sagrado del islam, después de La Meca y la Mezquita de Medina.

El Barrio Judío presume del Muro de las Lamentaciones, un fragmento del muro de contención de la montaña donde antiguamente se alzaba el Monte del Templo. Los judíos sitúan allí la historia bíblica del sacrificio de Isaac. Por todas estas razones, Jerusalén es un tema espinoso en el que religión y política se unen en un conflicto permanente, que cualquier medida puede hacer estallar.